17.3.06

Aqui escribimos de chéveres

Por Jorge

Compadre, creo que usted ha dado con el chiste de este ejercicio, por que lo que yo pensé que iba a ser mi ventana de difusión hacia el mundo me hizo descubrir una cosa: mi mundo es chiquito. Pero aún así me gusta, ampliarlo más que un reto o una necesidad es algo que simplemente pasa en las cosas que hago en el mundo real, aquí solamente comento esos eventos y quizás alguien por fuera de mi mundo llegue a leerlas y le interesen, inclusive gracias a las palabras que hemos escrito, algunos interesados en temas, como Girardot y el Transmilenio, llegan a nuestro blog sin querer queriendo y gracias a google.

Antes hubiera querido que a todos les gustara, que nuestros cuentos interpretaran toda una generación, pero no es así y no me importa. Este ejercicio simplemente hace las veces de un paréntesis literario, trata de dar explicación o exponer dos visiones del mundo, pero sin presiones de ningún tipo.

Agradezco a toda la comunidad blogera, esos que si han ampliado su mundo por el medio virtual, se leen y se comunican entre si, se hacen amigos y establecen vínculos de pertenencia, por que yo me siento parte de ella cuando leo un post interesante, así no lo comente…

Al compadre Andrés, con el que iniciamos esta idea, espero que esto no sea una carga, sino pues se acaba, me parece normal que hayan menos cosas que lo diviertan, por que hemos vivido más y menos cosas nos sorprenden, más si se tiene en cuenta que hay muchas malas, pero de hecho otro de los objetivos del blog es encontrar la dicha en lo cotidiano y a veces experimentar con cosas fuera de la rutina a ver qué pasa…creo que esa últia parte ha estado sin explotar.

En este último año me han (nos han) pasado muchas cosas…los que leen esto y algunos otros han estado ahí y creo que se les ha agradecido y se les seguirá agradeciendo. Dentro de los que leen, algunos se han reído, otros se han alejado, escuchan una buena canción o ponen a prueba sus conocimientos cinéfilos…ojalá demos para más en el futuro

Despues de un año

Por Andrés

¿Y para que queríamos escribir? Hace un año empezamos como un ejercicio, escribir para escribir. Teníamos ganas de contar cosas, de pensar y dejárselo saber a otros. Este no es un blog con muchas visitas, pero creo que los principales lectores de mi vida lo revisan de vez en cuando.

Pasó un año y creo que es un buen momento para volverme a preguntar ¿Por qué quiero tener un blog? O mejor ¿Todavía quiero tener un blog?. En sus inicios pensé que iba a ser un espacio de opinión y bajo ese rótulo lo clasifiqué en BlogsColombia; opinar sobre todo, sobre cualquier cosa o sobre nada. Eso era lo que quería, que los lectores de mi vida supieran lo que pienso sin tener que encontrarme con ellos para echarles todo el cuento. Quería dedicarle tiempo a pensar en formas creativas de escribir algo que por mi estilo de vida puede llegar a ser demasiado cotidiano. Hacer ejercicio mental, intentar usar el lenguaje escrito naturalmente, casi como hablando, dejar la pasividad, mantenerme activo y vigente.

De pronto, después de un año, apagué la televisión, deje de leer los periódicos, no mas revistas ni encuentros en bares y cafeterías. No mas “vida social”. Todavía tengo opiniones, pero son sobre sujetos tan personales que no tengo tanta creatividad como para hacerlas parecer de interés común.

Un año pasó y he aprendido algo gracias a este ejercicio: a veces, que nos escuchen no es tan importante. No quiero ser escuchado por millones de personas, ni siquiera por diez, por que honestamente creo que en este momento no tengo nada que decirles. La segunda lección es: lo mejor de hacer las cosas es hacerlas.

Escribir por escribir, tener un blog por la medio hora de dicha que me da pensar en algo para escribir, escribirlo, leerlo y publicarlo. Este blog es pura diversión per se. Y sin los que lo leen, sin esas 5 o 4 visitas diarias en promedio, todo esto perdería todo el sentido.

Por eso, gracias compadre River por leerme y escribirme. Las ganas de divertirme no han parado, solo que encuentro diversión en menos cosas. Espero que volver a sentarme frente a la compu, corregir y pensar, vuelvan a ser de mis pasatiempos favoritos; que las pastillas para el insomnio me dejen tiempo de vez en cuando para escuchar música nueva mientras le dedico media hora a usted y a todos los que nos revisan, para intentar ser creativo y escribir naturalmente, como hablando con ustedes. Espero que mi intento de hacerlo no se vuelva una carga, ni una tarea.

Un abrazo

13.3.06

Puerto Saigón

Por Jorge

Puerto Carreño está ubicada a 860 kilómetros de Bogotá, su altura es de 50 metros sobre el nivel del mar, pero queda como a 500 kilómetros de una costa, las precipitaciones están presentes todo el año, pero en estos meses en los que se inicia el año llueve menos. Lo más cercano que tienen a una playa se ubica en las riveras del río Orinoco (éste si es un río impresionante) y buena parte de su economía se basa en los servicios del gobierno.

No conozco muy bien la historia de la ciudad, pero seguramente la necesidad de establecer un puerto para el intercambio comercial con Venezuela, hizo pensar en la idea de fundar un asentamiento humano entre los ríos Meta, Orinoco y Bita. Adicionalmente ese punto afirmaría la soberanía nacional en las fronteras con Venezuela.

Si se quiere ver todo el pueblo se puede subir el llamado Cerro de la Bandera, que es mas bien una loma y no tiene bandera, se puede ver también el río Bita desembocando en el Orinoco y luego la unión del Orinoco con el Meta, donde se hace la esquina de Colombia. Del otro lado se observa Puerto Páez, ya en Venezuela.

Al abrirse la puerta del avión nos recibió un aliento de aire hirviente y húmedo ¿Como hacen todos los habitantes de este pueblo para aguantarse semejante calor?

Mientras espero que escampe acostado en el chichorro en el patio del hotel, me pregunto si esa misma sensación pegachenta en todo el cuerpo era la que sentían los soldados en Vietnam, se me venía a la cabeza la imagen de los actores que salían en la serie “Misión del Deber”, sufriendo con ese eterno calor.

La escena no era ni siquiera parecida a lo que se veía en televisión, es extraño, pero por lo único que lo podía relacionar es por una sensación que no se ha digitalizado y transmitido en televisión, la del tacto, pero aun así seguramente me encontraba ya desvariando por el calor que era realmente alto, a pesar de que diluviaba.

En realidad me acompañaba más gente en este lugar: unos paisas que hablaban de sus éxitos en la pesca del día en el río Meta, mi compañera de trabajo y un sapo gigante en un charco, que no lamí por el riesgo a intoxicarme.

(continuará…si no me da jartera seguir contando esto…de pronto cuelgue fotos)