23.9.08

Una salida a nuestra humanidad a travez de la ciencia

Por Andres

Soy un nerd, y creo profundamente en las leyes físicas que rigen nuestro entorno; también soy un romántico y confío en la incertidumbre emocional, en las dicotomías insuperables, en el espíritu y el sentido social. Es difícil para mí ser congruente, pensar y sentir armónicamente, pero gracias a esta discordancia encuentro oportunidades de aprender más y sentir más, en una helicoide infinita que puede o no terminar con mi muerte. Uno de los temas más conflictivos y constructivos de mis disquisiciones internas reside en el futuro. He aquí mi punto de vista con respecto a este tema, visto desde lo poco que entiendo sobre lo que soy en el espacio y la sociedad.

Un átomo descrito de forma parroquial y guardando proporciones, es como una canica en el centro de un estadio de fútbol, unas lentejas girando en la pista de atletismo, en las graderías y el aparcaadero. Si estamos hablando de un sólido como una piedra, el siguiente átomo se encontraría al menos a una decena de kilómetros de distancia. Podría decirse que en realidad, una piedra está hecha de un 1% de materia y un 99% de espacio entre sus componentes. Sin embargo para nosotros es impenetrable, sólida, densa e insalvable. Usamos su densidad para construir barreras que impidan el paso de la luz, el sonido y la materia entre los cuartos de nuestras casas. Y si que funiciona, no he conocido al primer ser humano que pueda acomodar los átomos de su cuerpo de sin que se choque con los de la pared; teniendo en cuenta que la densidad del cuerpo humano es mucho menor que la del muro, y que el 99% del muro es espacio vacío, no suena muy difícil.

¿Pero que nos impide atravesar muros? ¿Que nos impide ser translúcidos? Si las leyes de la física no impiden que un evento se realice y tenemos la energía, la materia y el espacio necesario, lo único que nos hace falta para lograrlo es el conocimiento de como hacerlo. No sabemos como organizar nuestros átomos. Algunos neorucientíficos modernos aseguran que se debe principalmente a que el ser humano “No hace lo que quiere, sino que quiere lo que hace”. Nuestra felicidad reside en el impulso primitivo de ser felices con lo que tenemos, de disfrutar lo que nos llega. Según esta teoría obtendremos el mismo nivel de felicidad si alcanzamos lo que deseamos como si fracasamos. Da igual. Y tiene mucho sentido. A mi me ha pasado. ¿Que valor tiene luchar por un ideal, si conseguirlo no hace igual de felices o infelices que no hacerlo?

Durante milenios de evolución hemos construido conceptos irreales como la solidez de las piedras, la intangibilidad de la luz y la recompensa por el esfuerzo por que nos ayudan a vivir y a comprender la experiencia de ser humanos. Es más fácil enseñarle a un niño que el fuego quema, a inducirle el concepto de la transferencia de energía y el cambio de estados de la materia al ser sometida a un cambio drástico en la temperatura. Ponemos barreras que no existen, y las hacemos tan evidentes que terminan siendo insalvables. Son tan reales, que la ausencia de estos conceptos en un ser humano regular, impedirían su existencia en esta tribu que llamamos humanidad.

Hace años, la gente pensaba que el sol giraba al rededor de la tierra. Todos estaban seguros de que la cúpula celeste se desplazaba y la tierra permanecía fija en el mismo punto. No está muy claro que llevó a los humanos a pensar esto, pero se requirió una revolución completa, con muertos en la hoguera, guerras y manifestaciones públicas para que la verdad saliera a la luz. Sin embargo ¿Que impide que ahora estemos equivocados? ¿Que clase de revolución se necesitaría para cambiar este concepto?

Trabajamos para ganar dinero, vemos tele y navegamos por Internet buscando cosas que desear, las compramos y entonces nos damos cuenta que deseamos más, y tenemos que trabajar más y ganar más. Cuando yo era niño, necesitábamos la religión y el civismo  y el patriotismo para aprender estos conceptos de construcción de sociedad. Ahora se enseñan rápida e indoloramente a través de la televisión y los medios. Los niños de ahora producen y consumen recursos más rápido y en mayores cantidades que en cualquier momento de la historia. No hace falta ser más integrado por que hasta la anti cultura tiene marcas y productos de consumo masivo. ¿Que clase de revolución se necesitaría para cambiar este concepto?

La antimateria existe y según Wikipedia “está compuesta de antipartículas, opuestas de las partículas que constituyen la materia normal. Un átomo de antihidrógeno, por ejemplo, está compuesto de un antiprotón de carga negativa orbitado por un positrón de carga positiva. Si una pareja partícula/antipartícula entra en contacto entre sí, se aniquilan y producen un estallido de energía, que puede manifestarse en forma de otras partículas, antipartículas o radiación electromagnética. En 1995 se consiguió producir átomos de antihidrógeno, así como núcleos de antideuterio, creados a partir de un antiprotón y un antineutrón, pero no se ha logrado crear antimateria de mayor complejidad.” Estoy seguro que si de niño hubiera jugado con antimateria en vez de  carritos Majjorette, los deseos de tener un Audi A4 T no serían tan fuertes para mí en este momento. Desafortunadamente la antimateria es la “sustancia” mas costosa que existe con un precio de 38.000 billones de euros por kilo; casi 2 millones de veces mas caro que el oro a unos 18.000 Euros por kilo.

Somos materia disponible, con la capacidad de estructurar conocimientos, de almacenar y transmitir información cada vez más eficientemente. Tenemos la capacidad de crear  y creer, de amar y amarrar, de educar y amaestrar. La educación que reciben nuestros niños es el resultado de un proceso social en evolución, imperfecto pero hermoso, construyendo sociedades y destruyendo impulsos instintivos como el egoísmo y la crueldad. Creamos ciudades para vivir mejor como grupo y transformamos nuestras costumbres para sobrevivir en comunidad. Yo creo que hay de dar el paso grande, hay que fijarse la meta difícil, hay que mejorarnos como especie a partir de la ciencia. Hay que pensar que el futuro del ser humano es mucho más de lo que somos ahora, y educar y enseñar conceptos que se rigan por esa premisa; estamos estancados intentando solucionar problemas con las herramientas que tenemos, sin contar que nosotros mismos y la forma en como comprendemos lo que nos rodea somos la solución y la causa de lo que entendemos hoy como obstáculos.

28.1.08

BOGOTA SEMANAL

El señor Naranjo salió esa mañana en bicicleta, compró un café del día grande por $ 2.000 en el Juan Valdez del Hotel Capital y lo guardó cuidadosamente en la canastilla de la bici. Tardó unos 15 minutos en descansar y buscar el periódico en la sala principal de la biblioteca pública Virgilio Barco. La sala siempre está llena de luz, los ventanales semicirculares abarcan el paisaje desde el oriente hasta el occidente, y en las mañanas la panorámica del centro de Bogotá y los cerros verdes y casi monolíticos dan la impresión de ser una ilustración medio naturalista medio cubista. El café estaba todavía caliente y solo con probarlo, el vapor invadió sus fosas nasales entrando por la boca, despertando el último rincón de sus cavidades oculares que permanecían dormidas sin inmutarse por el viento frío de la mañana.
El periódico estaba crujiente, recién doblado; a Naranjo le gusta mucho ser el primero que lo lee y cuando termina suele doblarlo con mucho cuidado para que el siguiente lector lo disfrute tanto como él. Y empieza el bombardeo : "Yo vi la iglesia en Bojayá donde las Farc mataron a 119 personas, entre ellos 45 niños"*, “Por celos, marido quema a su ex-mujer viva y luego se suicida mientras sus hijos y vecinos observan la tragedia. Arrepentido, con sus últimas palabras pide perdón”*, "Detenidos por descuartizado no aceptaron cargos de homicidio agravado y porte ilegal de armas; en el informe de la Fiscalía se indica que en la casa hallaron charcos de sangre, una pala con restos humanos y una sábana en la que envolvieron intestinos de la víctima "*.
Un suspiro...
Naranjo cierra cuidadosamente el periódico, como es su costumbre. Sorbe el último resto de café, pone el diario en sus piernas y cierra los ojos.
"EL TIEMPO : Un hombre de 77 años se suicidó en la biblioteca Virgilio Barco
Un empleado de la biblioteca, que pidió omitir su nombre, contó que el disparo "se oyó en toda la edificación. Después nos enteramos de que la bibliotecóloga de la sala vio todo lo que sucedió, pues el señor Naranjo se sentó al frente de su mostrador, se puso el periódico en las piernas y luego se disparó".
Naranjo era alto (medía alrededor de 1,80 metros) y de contextura gruesa. Según informaron empleados de BibloRed, estaba bien vestido, "como siempre", y no llevaba ningún maletín o maleta, motivo por el cual no se le pasó el detector de metales manual que manejan los vigilantes.
Naranjo solo tenía en sus bolsillos su cédula de ciudadanía, expedida en Tunja, y el salvoconducto del arma con la que se disparó
"*.

*.Todas las citas son tomadas de diarios de la vida real.

13.1.08

El compa'e Menejo

por Andrés

El compadre Menejo nació en una montaña, y nunca había visto luz eléctrica en su vida. Cuando llegó por primera vez a Sampués se asombró al ver un poste de luz y demandó con ansias a Doña Prístina en la tienda de la esquina sur oriental de la plaza: “Despácheme un calabacito, que sea alumbrador”. Regresó a casa emocionado con su calabacito, y le pidió a su mujer que le quitara las semillas para sembrar un árbol en el solar. Su mujer, una chica educada por monjas misión de la Compañía de María, orden fundada en Francia en 1607 lo recibe primero con las piernas abiertas, y luego con una risa burlona. No puede creer que Menejo sea tan ingenuo.

Duró varías horas intentando encender el calabacito, hasta que al término de 2 días con sus noches Menejo decide preguntarle a su mujer como funciona la electricidad. No era fácil para él, considerado el más culto de su familia, sobreponerse a su orgullo y recurrir al conocimiento de una mujer; pero la excusa era completamente meritoria. No se trataba de una tecnología conocida como los mecanismos de una máquina de coser, era algo entre místico, mágico y real. Se sentaron a la luz de las velas en la banqueta de madera de 8 puestos que ponen en frente del patio para secar el café, uno cerca al otro, abrazados y enamorados. Después de la explicación detallada de su mujer, no pudo conciliar el sueño por varios días imaginándose la forma aerodinámica de los electrones para que pudieran viajar a tales velocidades, los mecanismos de organización dentro de los cables para que las partículas que iban tan rápido no se chocaran entre sí, el color amarillento de los cortos circuitos controlados, el calor inmenso y sofocante de los hornos que convierten la arena en vidrio, los molinos gigantescos para generar el flujo eléctrico suficiente para prender por tantas horas las bombillas de la plaza de Sampués. Su mujer, desesperada por el insomnio y la inapetencia sexual de Menejo, recurre a una solución desesperada para aliviar la curiosidad de su marido: romperá el calabacito alumbrador y contratará un servicio de mensajería para las vueltas que se necesitaran en Sampués.

Al final del mes, Menejo vuelve a sus ocupaciones habituales: recolectar el café que se madura antes de tiempo en los racimos verdes, mantener disponible sal para el ganado, hacerle el amor a su mujer y afilar los machetes para el desyerbar constantemente el cultivo de arvejas. Sin embargo, nunca logró sobreponerse a a imagen de los focos en la plaza. Algún día, cuando su mujer se lo permita, volverá a Sampués y esta vez, cambiará el armónico y estable amor de esposo por la incertidumbre y emoción del método científico. No se puede tener una doble vida, no se puede amar a su mujer y a la ciencia al mismo tiempo. Esperará, como hacen los hombres decentes, a que su mujer tenga hijos y olvide a Menejo por estar pendiente de biberones, pañales y vómitos lácteos y babosos. Entonces podrá ser un hombre de ciencia.