El señor Naranjo salió esa mañana en bicicleta, compró un café del día grande por $ 2.000 en el Juan Valdez del Hotel Capital y lo guardó cuidadosamente en la canastilla de la bici. Tardó unos 15 minutos en descansar y buscar el periódico en la sala principal de la biblioteca pública Virgilio Barco. La sala siempre está llena de luz, los ventanales semicirculares abarcan el paisaje desde el oriente hasta el occidente, y en las mañanas la panorámica del centro de Bogotá y los cerros verdes y casi monolíticos dan la impresión de ser una ilustración medio naturalista medio cubista. El café estaba todavía caliente y solo con probarlo, el vapor invadió sus fosas nasales entrando por la boca, despertando el último rincón de sus cavidades oculares que permanecían dormidas sin inmutarse por el viento frío de la mañana.
El periódico estaba crujiente, recién doblado; a Naranjo le gusta mucho ser el primero que lo lee y cuando termina suele doblarlo con mucho cuidado para que el siguiente lector lo disfrute tanto como él. Y empieza el bombardeo : "Yo vi la iglesia en Bojayá donde las Farc mataron a 119 personas, entre ellos 45 niños"*, “Por celos, marido quema a su ex-mujer viva y luego se suicida mientras sus hijos y vecinos observan la tragedia. Arrepentido, con sus últimas palabras pide perdón”*, "Detenidos por descuartizado no aceptaron cargos de homicidio agravado y porte ilegal de armas; en el informe de la Fiscalía se indica que en la casa hallaron charcos de sangre, una pala con restos humanos y una sábana en la que envolvieron intestinos de la víctima "*.
Un suspiro...
Naranjo cierra cuidadosamente el periódico, como es su costumbre. Sorbe el último resto de café, pone el diario en sus piernas y cierra los ojos.
"EL TIEMPO : Un hombre de 77 años se suicidó en la biblioteca Virgilio Barco
Un empleado de la biblioteca, que pidió omitir su nombre, contó que el disparo "se oyó en toda la edificación. Después nos enteramos de que la bibliotecóloga de la sala vio todo lo que sucedió, pues el señor Naranjo se sentó al frente de su mostrador, se puso el periódico en las piernas y luego se disparó".
Naranjo era alto (medía alrededor de 1,80 metros) y de contextura gruesa. Según informaron empleados de BibloRed, estaba bien vestido, "como siempre", y no llevaba ningún maletín o maleta, motivo por el cual no se le pasó el detector de metales manual que manejan los vigilantes.
Naranjo solo tenía en sus bolsillos su cédula de ciudadanía, expedida en Tunja, y el salvoconducto del arma con la que se disparó"*.
*.Todas las citas son tomadas de diarios de la vida real.
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2 comentarios:
Cierto, tambien hay muchos blogs amarillistas.
Pero un computador no puede envolverse.
Sin embargo tambien mata (al menos las neuronas)
En algunos años el Señor Naranjo antes de morir no pondrá el periódico en sus rodillas, sino que cerrará el portatil.
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