20.9.06

La vida como guión de cine

Por Jorge

Quisiéramos que nuestra vida pudiera ser controlada como un guión de cine o de algunas buenas series. Antes que nada habría que definir un género dominante, aunque siempre va a tener un poco drama, acción, aventura, romance, terror, entre otros. También aparecen personajes buenos y menos queridos, que hacen que la historia tome diferentes matices y la haga más o menos interesante. Esto se desea para ser los buenos de la película, al los que todo les sale bien, superan las dificultas y comparten su futuro con el mas guapo o guapa.

Si tuviera la libertad de escoger cedería mi protagonismo, por participar en una película de historias entrelazadas, como Magnolia, Cinco Sentidos o Love Actually (la única comedia de Hugh Grant que me gusta), por que muestra una existencia interdependiente con otras, donde nadie es mas importante que el otro.

Me daría mucha jartera estar metido en un rollo del tipo Abre los Ojos o un drama gigantesco, de esos que filma Almodóvar y que parece que superan la realidad o de esos que ni se entienden como los de Lynch; de pronto sería más simpático hacer parte de una comedia del tipo Crimen Ferpecto o una de cultura roquera como Casi Famosos, como Lo que no quisiera ser es un remake, seguro por aborrezco las comparaciones.

Si no nombro películas colombianas es por que la mayoría no vende esperanza sino crudeza y el deseo inicial de que los buenos queden bien se represa y no necesariamente ocurre.

¿Cederíamos gustosamente nuestra “libertad” de hacer lo queramos y ceñirnos a una historia preestablecida?, si se tiene en cuenta los finales que nos gustan, de pronto si, ya no habría necesidad de decir “que sea lo que Dios quiera” por que todo nos saldría bien siempre.

pd1. Pensándolo bien si me gustaría ser un personaje de película. Me pido el Keyser Soze de Los Sospechosos de Siempre.

pd.2 Con esto termino mi homenaje al compadre Nel, por ser fuente de tema en diferentes conversaciones y correos electrónicos compartidos

6.9.06

Teoría de los Merecimientos

Por Jorge

“Dios no castiga ni con palo ni con rejo”, es la frase que oímos con cierta regularidad para justificar las desgracias que nos ocurren en retaliación por un comportamiento no muy católico, con la extraña esperanza de que existe una justicia divina del que lo ve todo y lo sabe todo, y que es más certera que la humana. Es así como frente a alguna desgracia que le ocurre a una persona mala solemos oir o decir que se lo merece.

Considero que la gente está interconectada, todos dependemos de los demás y si bien nuestros actos pueden moldear nuestro destino, también arrastra de alguna forma el de los otros y los demás lo arrastran a uno.

La prueba es que el moldeo del destino es una combinación de azares con un poco de ganas que uno coloca. Decir que se tiene un proyecto a cinco años puede ser mentira, pero los acontecimientos diarios que se presentan son papayazos que no se pueden desperdiciar…quizás desvían del proyecto, pero de pronto se convierten en metas intermedias.

Muchas oportunidades las generan los demás por uno, incluso cuando no se merecen y sin darse cuenta. También a veces se lucha y no se alcanza, aun cuando se han tenido condiciones para merecer y el consuelo es que se hizo todo lo posible.

Lean esto de alguien que opina lo contrario, que la justicia divina si existe o algo que le parece.

“Tenía el tiempo justo para entrar al supermercado, comprar una caja de leche para desayunar en el trabajo y tomar el tren, si demoraba un minuto mas perdía el tren y llegaría al trabajo con veinte minutos de retraso. El caso es que entre al supermercado, pagué la leche con una moneda de $2 y el cajero registró $20, dándome vueltas de más. Obviamente pensé en decirle que había hecho mal su trabajo, pero si ajustaba las cosas seguramente perdería el tren mientras el llamaba al supervisor, pedía la llave y hacia el retorno, adicionalmente también me embargó esa maldita idea de ser vivo, (…) y aprovechar el papayazo (…) El caso es que tome la plata, no dije nada y alcance el tren en el tiempo justo. Cuando llegue al trabajo me di cuenta de algo, y era que había dejado mi comida y lonchera en el tren por andar pensando en el éxito de mi crimen, es decir, me había quedado sin almuerzo y onces, y como yo soy de un apetito desmesurado me iba a salir caro el despiste, y así fue, me gaste ese día $25 en almuerzo y demás meriendas, es decir que gaste $7 de más, y si le sumamos $10 de la lonchera, son $17…ahí estuvo esa justicia divina que gobierna mi vida. A veces no creo que sea algo celestial, he pensado que quizá es un mecanismo moral inconsciente que me implantaron o que desarrollé a lo largo de mi vida, puede ser una forma auto punitiva e inconsciente que tengo para no volver a caer en la tentación y quizá acercarme medianamente al modelo humano que mis padres, el colegio y la sociedad en general esperan de mi, puede ser…puede ser…”

¿Ustedes qué opinan? ¿Con cúal idea nos quedamos?

4.9.06

Todo cable tiene su enchufe

Por Jorge

A pesar de que nos debe liberar de muchas cargas y trabajos manuales la tecnología nos esclaviza a que el tiempo que nos ahorramos lo destinemos a seguir trabajando en detrimento de nuestra calidad de vida. Como afirma un amigo, “no conozco a la primer persona que diga que el tiempo que ahorra escribiendo en word en vez de en una máquina de escribir, lo gasta en hablar, dormir y comer bien o reírme con alguien (…) quizás lo gasten en hojas de cálculo en excel, presentaciones en power point o contestando correos por medio del Outlook”

Contando la cantidad de enchufes que tengo en mi escritorio suman 12, que son conectados a través de varias multitomas y estabilizadores: El monitor, la CPU, la impresora, los dos cargadores del celular, el de las pilas, un televisor, el equipo de sonido, un tajalápiz eléctrico, unos audífonos inalámbricos, la lámpara, un mapamundi que tiene una luz interna. Algunas de estas cosas me las han regalado, y aunque no las creo inútiles no las hubiera comprado ni tampoco se en que utilizo el tiempo que me deja libre un aparato que le saca punta a mis lápices con un motor y una cuchilla.

Habrá quienes invierten en ser mas productivos y otros en vivir mejor. Si hay algo que disfrute son esos almuerzos eternos, con remate de café en el Juan Valdez de la Luis Ángel Arango, que duran mas de 2 horas en las que se puede charlar de cualquier tipo de trivialidad. Disfruto poco que la gente viva con estrés y que creen que eso es la finalidad de la vida y si solo se compensa teniendo cosas.

La vida está no solo llena de cables, sino también de enchufes, tener más se ha convertido en sinónimo de ser mejor persona y lo que es peor, (y aquí vuelvo a citar al mismo amigo), una buena parte de los aparatos “traen consigo una obligación”, lo que se demuestra en tendencias como la oficina ambulante, con aparatos que no solo nos permiten ubicar la gente donde sea, sino también mandarles mas trabajo, corregir documentos en plazas, parques, carros, aviones, donde sea.

En estos espacios, curiosamente ya no hay cables, pero el estrés es peor que si los hubiera, por que al menos donde existen se ha creado un ambiente propicio para ello (que en no pocos casos es nocivo), pero es perverso querer combinar la posibilidad de tomarse un café y conectarse a la internet para revisar la última versión de un documento y reenviarla por correo electrónico. Lo mejor es parar y disfrutar el café, después se ocupa del resto, por que en últimas si está trabajando extra para poder comprarse más cosas.