15.4.05

Corbata

Por Andrés

Volver a escribir es un poco duro después de no hacerlo más que para el trabajo o la universidad. Al fin y al cabo este es el objetivo de tener un blog. Escribir.

¿Y que si la corbata nos hace mejores personas, o si parecemos mejores personas, o simplemente personas? El problema en si está en el parecer, no en el ser. Eso es la corbata, parecer algo, parecer un vendedor de aspiradoras, un portero o un ejecutivo de ventas. De pronto parecer un jefe. Pero para lograr parecer jefe se necesita además la actitud.

Antes de tener la corbata, me gustaría tener la actitud que va con ella. No la de andar afanado corriendo de un lado para otro como si mi contratante me fuera a regañar por faltarle en el trabajo. Me gustaría la actitud de jefe, de almorzar en 2 horas, de no llamar pero andar hablando por teléfono, de parecer no necesitar la plata. Yo sé que ellos también se preocupan y tienen afanes, que también tienen que pagar los recibos, pero parecen estar levitando en otro plano. Parece que sus corbatas estuvieran bien puestas pero sin apretar.

Hasta los celadores usan corbata compadre Riveros. La moda renueva el formalismo, pero dudo mucho que algún día las personas que se ven bien con ellas las dejen de lado por un par de jeans DKNY. Eso sería quitarles un placer. El placer de parecer jefes.

Cambiaría mis camisetas blancas y tenis sucios por camisas de mezclilla y zapatos de cuero si, en algún momento, mi ritmo de vida le va bien a ese atuendo y pueda parecer lo que me gustaría ser. ¿Qué carajos haría yo en un vestido mal planchado montando en una buseta para ir a la universidad? A mi me parece que los lujos, inclusive el de llevar una corbata bien puesta, son para el que tiene como mantenerlos. De lo contrario, son una chabacanería arribista. Sabroso que el celador lo trate mejor a uno, pero la opinión del cuidandero me tiene sin cuidado si parezco un mensajero sin moto a los ojos de mis colegas o empleadores.

Tengo una imagen mía entrando a la oficina en pantalón deportivo, camiseta y saco. Es una imagen que cuadra, aunque posiblemente no sea la mejor según los cánones de la moda del trabajador. Es la imagen de un tipo como yo, que trabaja por que necesita desesperadamente la plata; que tiene la libertad de parecer lo que, muy en el fondo de sus corazones, todos los adultos con crisis de la edad media desean: ser un joven.

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