3.11.06

Sabores malos de infancia

Por Andres

Es dificl recordar sabores de la infancia que no sean traumáticos., por eso voy a empezar primero con los que marcaron el resto de mi vida para mal:
La nata del chocolisto caliente del desayuno, aunque frío era una maravilla, caliente se convertía en mi peor enemigo, hasta el punto de botarlo en la matera mas cercana, esperando siempre que nadie se diera cuenta de la mancha café claro que quedaba en la tierra, y luego en el tapete.
El agua de panela caliente con cola granulada que me servían en las vacaciones que pasaba en Bucramanga, recuerdo llegar cansado y mugriento de jugar toda la tarde en el parque del conjunto en cañaveral, listo para comer algo ligero y tomar mucho agua fría, y recibir en cambio un pocillo gigante de una bebida que para su época, era mas energizante que el red-bull. Luego, como era de esperarse, quedaba echado en el sofá sudando como en un sauna y tan lucido como para hacer una maqueta.
La lista podría continuar... pero también quiero pensar en los sabores añorables.

2.11.06

Sabor a infancia

Por Jorge

Con alguno de mis 7 amigos Andrés y otro de mis 4 amigos Juan Pablo recordábamos la programación de nuestra época de infancia, el tiempo de Los Transformers y los Thundercats, de los G.I. Joe y Centella, solo unos pocos años posterior a esa parrilla de programación que relata tan bien Andrés López en La Pelota de Letras.

De repente acordarme de todos esos programas hizo que a mi cabeza llegaran recuerdos de olores a desayuno, ya que algunos de éstos eran emitidos los sábados y domingos en la mañana. Pero particularmente me acordé después del sabor de José Miel: el de colada de avena.

Si, José Miel me sabe a avena caliente. La historia de la triste abeja que nunca encontraba a su madre y que capítulo tras capítulo veía como sus amigos insectos eran devorados por bichos horribles, era emitido en las horas de la tarde en la que mi mamá me servía onces y ahí siempre estaba la dichosa colada a la que se le formaba una gruesa y espesa nata que odio. El programa me ponía muy triste y hacía que corriera a ver dónde estaba mi mamá…de pronto por eso hoy no soporto tomar avena de esa forma.

Me desligué del tema de los programas y comencé a tratar de acordarme de más sabores de infancia. A pesar de que mi mamá cocina bastante bien, no volvió a aparecer en los sabores que más recuerdo, las dueñas de mis principales memorias fueron mis abuelas (si hasta me acuerdo de la loza que usaban).

De hecho la sopa de tomate de mi abuela paterna con papas fosforito y un poco de crema de leche servida en forma de espiral, me parece insuperable (aunque la de Urbano es una excelente competencia). Igualmente recuerdo las papás fritas de mi abuela materna, quien afirmaba que eran “tan buenas como las de Presto”. Me podría acordar de muchas cosas que hacían o compraban, como las fresas con crema y la papaya con azúcar, presentadas en esos platos de vidrio ocre, los muffins que vendían cerca del jardín botánico, las peras imperiales, la sopa de verduras, la lengua alcaparrada de la sucursal y los helados San Jerónimo.

¿A usted a que le sabe su infancia?