Por Andrés
Su relato me ha puesto los pelos de punta. Gracias a Dios, ese sábado me levanté muy tarde y no pude ir.
¿Y que tiene de malo asistir a esas reuniones? ¿Que tal que le dé por comprarse el kit de 2oo mil pesos?
Eso implica que no solo estará consumiendo productos naturales por el resto del año, también estará obligado a venderlos. Y vender no es fácil. Para empezar, hay que sentirse en confianza, ofrecerlo a la familia y los amigos.
Ya he tenido el infortunio de encontrarme con 2 de estos personajes en mi familia. Son unos evangelizadores de la salud, algo parecido a médicos sin fronteras. Y se toman el papel muy en serio, hablan enérgicamente, con convicción, gesticulando y batiendo los brazos como en un discurso político. Monopolizan, invaden. De alguna manera me hacen imaginarme a los primeros monjes que llegaron a este continente, vendiendo su idea de bienestar mental y espiritual para poder ganarse la vida.
Hace algunos años, uno de mis primos se convirtió al cristianismo y se vinculó activamente a la Misión Carismática Internacional. Cayó en las redes del fanatismo por su novia, que a los dos meses se convirtió en su esposa. A punta de hablar y hablar sin descanso sobre la dichosa comunidad, nos convenció para acompañarlo al culto un sábado en la tarde. Al regreso, no entendimos como lo habíamos perdido tan rápido, sus saltos y giros en los cantos, su inspirado llanto a la hora del remordimiento, todo nos dio las señales: teníamos que dejarlo ir, y solo, o nos hundiría a muchos en su caída. Lo mismo pasó con los vendedores de Herbalife. Dejamos de invitarlos a las reuniones, ya nadie quería sentarse junto a ellos en los cumpleaños y poco a poco los fuimos alejando, como método de autodefensa.
Nada más radical que las religiones o las ventas persona a persona. Casi son lo mismo, casi corrompen el espíritu con la misma intensidad y haciendo el mismo daño.
Es interesante ver como los adeptos a estos grupos forman clubes entre ellos, se reúnen y cada vez que se encuentran celebran con estruendosos aplausos el hecho de no ser los únicos en sus convicciones. Es como ver la efusividad de un abrazo entre colombianos que se conocen en el extranjero. Hacer parte de un club de renegados los une y la euforia se apodera de ellos.
¿Será que cuando dos o mas colombianos nos reunimos y hablamos maravillas de Shakira, de Juan Pablo Montoya, de Botero, de Gabriel García Márquez, cuando decimos que hablamos el mejor español del mundo, que el nuestro es 3er himno mas bonito del mundo, que nuestro país lo tiene todo, que nuestro distintivo ante el mundo es que somos más buena gente, más cálidos, cuando declaramos que la malicia indígena es una virtud, cuando dejamos salir el parroquianismo iluso de los renegados... será que los demás nos apartan de la misma forma como en mi familia apartamos a los carismáticos y a los vendedores?
La próxima ves que vea a mi primo le ofreceré mis excusas. Lo abrazaré y muy seguramente, lo invitaré a que se siente a mi lado en la mesa para comer frijoles, o torta con coca cola. Apartarlos es como apartarme a mi mismo.
Nota: Este blog quiere disculparse con los vendedores de Herbalife y con los creyentes que se sientan ofendidos. Las opiniones aqui expresadas son responsabilidad de Andrés Giraldo y no de los demás colaboradores (Jorge, que pena)
5.8.05
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1 comentario:
Un saludo cordial:
Lo primero que se me ocurre al escribirles, porque no tengo un orden y se necesita orden para comenzar a hablar, es felicitarlos, fuera de que encuentre cierto parecido en el pensamiento, es el de las conclusiones ya que lo unico que queda para encontrar un verdadero orden a este país es el comprender todo su tejido social... en fin pueda que les moleste pero como hicieron para hacer la plantilla del blog, me parece muy buena y si se puede encontrar en internet pido, por favor, que me digan la fuente.
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